Lleva 400 años vivo y más de 150 como excelente profesor de numerosas generaciones de estudiantes españoles. En este tiempo, el ‘Quijote’ ha sido de todo en la escuela: manual para aprender a leer, obra de lectura obligatoria, libro de partida para la explicación de otros contenidos… Ahora, una exposición virtual elaborada por Ana María Badanelli dentro del proyecto Manes recorre la historia del ‘Quijote’ profesor
CÉSAR PIERNAVIEJA
“Es necesario enseñar el Quijote en clase porque forma parte de la educación básica y de la cultura en general. Es la primera gran novela de la literatura mundial y el libro, por excelencia, de la literatura en español. No se puede ir por la vida sin saber de verdad quién era don Quijote”. Estas palabras del escritor José María Plaza parecían tenerlas muy claras los profesores y editores de la España del mediados del siglo XIX, cuando se empezaron a publicar las primeras ediciones escolares de la magna obra de Miguel de Cervantes.
Ahora, y gracias al trabajo investigador de la profesora de la UNED Ana María Badanelli, podemos conocer la historia de los manuales escolares del Quijote en una exposición virtual. Esta investigadora del Proyecto Manes ha dedicado los huecos que le deja su trabajo diario de los últimos ocho meses a buscar, localizar, analizar y catalogar todos los Quijotes profesores que han existido en la educación española.
El resultado de la investigación está colgado en Internet, y en su visita queda clara la importancia que ha tenido el hidalgo caballero en su contacto con las jóvenes generaciones de españoles desde hace 15 décadas.
“Se utilizaba como manual, como libro para aprender a leer, como manual de moral y ética, para eseñar ortografía, lingüística… Incluso se llegó a utiilizar como medio de exaltación nacional”, asegura Ana María Badanelli.
En 1920 se decretó la obligatoriedad de su lectura en clase, y el decreto que así lo impuso recogía la obligación de que los profesores dedicaran 15 o 20 minutos diarios a su lectura todas las mañanas. Desde el Quijote escolar más antiguo, de 1856, hasta el último, una reedición de 1989, están todos los que se han localizado. Aunque, como dice Badanelli, “todavía hay mucho trabajo por hacer”.
Además
CENTENARIO. “Llevaba tiempo pensando hacer este estudio y esta exposición, y con el centenario del Quijote he visto la ocasión perfecta. A lo mejor, si no lo hubiera hecho ahora ya no lo hubiera hecho nunca”, confiesa Ana Badanelli.
CARDENAL CISNEROS. “Tuve la suerte de dar con el Instituto Cardenal Cisneros, donde tienen muchísimo material. Allí me facilitaron mucho el trabajo”, afirma la investigadora. “También me ayudaron los propietarios de colecciones privadas”.
SIN SORPRESAS. La profesora de la UNED asegura que esperaba encontrarse con todo lo que ha visto a lo largo de la investigación, y que lo único que la ha sorprendido ha sido “cómo trata el lenguaje, los ejercicios, las expresiones, cómo trataban de explicar las cosas en muchos de los manuales”.
IDEOLOGÍAS. “Todos los manuales escolares son vehículos de las ideologías.Siempre se los ha utilizado para transmitir ciertos valores, ciertas ideologías políticas”, dice Badanelli.
PROYECTO MANES. Es un proyecto de investigación creado hace 10 años para recopilar y catalogar todos los manuales escolares que se han editado desde 1812. En él participan 25 universidades españolas y otras tantas hispanoamericanas. “Tratamos de acercarnos a la escuela mediante sus manuales, que logramos gracias a donaciones o compras”, explica Badanelli.
Las ilustraciones, el elemento común
Si hay algo común a todas las ediciones escolares del Quijote, son las ilustraciones, quizá la mejor herramienta para que los más jóvenes se acerquen a la figura de Alonso Quijano. Como asegura José María Plaza, autor de Mi primer Quijote, “ni los niños, ni los jóvenes ni una gran parte de los adultos de hoy pueden leer el Quijote de Cervantes. Creo que, al menos para iniciarse en ese mundo, es necesario una adaptación, versión o recreación, siempre que sea buena; es decir, que se actualice sin perder el sabor cervantino ni la arquitectura de la novela. Y que no haya nada que chirríe”.
Eso mismo es lo que han buscado las sucesivas ediciones escolares del Quijote, en muchos casos con atractivas ilustraciones. Es el caso de la edición de 1913 de la editorial Hijos de Santiago Rodríguez. “Es diferente a las demás porque tiene sólo 11 capítulos el Quijote, y está muy bien adaptado. Pero, además, tiene unas ilustraciones muy buenas para la época”, explica Ana María Badanelli.
Y recuerda que “las ilustraciones son fundamentales en este tipo de publicaciones”. “Son todos bastante parecidos”, sostiene Badanelli. Quien quiera comprobarlo por sí mismo, puede hacerlo en la exposición virtual El Quijote en la escuela, que está colgada en la dirección http://www.uned.es/manesvir tual/ExpoTema/MontajeQuijote/quijotes 01.html.
La editorial F.T.D.
De todos los ‘Quijotes’ estudiados por Ana maría Badanelli, hay uno que le atrajo la atención especialmente. “Es el de la editorial F.T.D. Además de para enseñar lectura o moral, se usaba para enseñar cualquier tipo de contenido. Por ejemplo, cuando se llega al capítulo de los molinos de viento, se aprovecha para explicar el funcionamiento y la función de un molino. Cuando se habla de la armadura de don Quijote, se explican las partes de la armadura”, explica esta profesora de Historia de la Educación de la UNED.
En esta versión de F.T.D. tenía una edición para el maestro y otra para el alumno. “En el libro del maestro aparecen, en cada capítulo, ejercicios y preguntas sobre lenguaje, geografía, historia, etc. También las soluciones”, explica Badanelli.